Transición agroecológica en la
Huasteca Veracruzana: reflexiones a partir de una investigación colaborativa
con mujeres nahuas
Agroecological
Transition in the Huasteca Veracruzana: Reflections from Collaborative Research
with Nahua Women
Paula Martínez
Bautista
Maestra en Investigación Educativa
Universidad Veracruzana, México
Correo electrónico: pau8432@hotmail.com
ORCID:
https://orcid.org/0000-0002-4594-3462
Juan Carlos A. Sandoval
Rivera
Doctor en Investigación Educativa
Universidad Veracruzana, México
ORCID:https://orcid.org/0000-0001-8084-282X
Rosa Guadalupe
Mendoza Zuany
Doctora en Política
Universidad Veracruzana, México
ORCID:http://orcid.org/0000-0002-5503-4158
Recepción: 06/12/2024
Aceptación: 29/01/2025
DOI: https://doi.org/10.53436/39rc05LA
D’Perspectivas Siglo XXI,
Volumen 12, Número 23, Año 2025. Enero-junio
Este es un documento de acceso abierto
bajo la licencia
Creative Commons 4.0 Atribución-No Comercial
(CC
BY-NC 4.0 Internacional)
Resumen
En este artículo se presentan los
resultados de un trabajo de investigación colaborativa que se realizó con
mujeres nahuas de la Huasteca Veracruzana, donde se detonó un proyecto de
producción agroecológica de alimentos con el objetivo de analizar los retos que
implica la transición hacia la soberanía e independencia alimentarias en
comunidades indígenas. Se desarrolló a través de una metodología colaborativa,
con enfoque cualitativo, y se llevó a cabo en dos poblaciones ubicadas en el
municipio de Chicontepec, al norte del Estado de Veracruz; en él se invitó a
las mujeres de esos grupos a participar en las actividades para apoyar la
producción y el consumo de alimentos locales. El mismo implicó un proceso formativo
y de intercambio de experiencias con aquellas que se involucraron para que
pudieran articular los conocimientos tradicionales, que aún se poseen, con
técnicas agroecológicas provenientes de diversos campos científicos. En este
trabajo se reconocen y exploran desafíos que se identificaron en la puesta en
marcha de un proyecto como estos. Estos son de dos tipos: 1) ambientales y 2)
socioculturales. Los resultados de esta investigación evidencian la importancia
de fortalecer iniciativas agroecológicas desde una perspectiva comunitaria, reconociendo
el papel central de las mujeres en la producción y gestión de alimentos. Así
mismo, se reconoce que la transición hacia la soberanía alimentaria necesita superar
barreras estructurales que la obstaculizan. Finalmente, esta investigación invita
a seguir explorando estrategias para fortalecer la autonomía alimentaria,
promoviendo el diálogo entre los conocimientos tradicionales y científicos.
Palabras clave: transición agroecológica; mujeres
indígenas; investigación colaborativa.
Abstract
This
article presents the results of a collaborative research work carried out with
Nahua indigenous women from the Huasteca region of Veracruz, where an
agroecological food production project was triggered with the aim of analyzing
the implications of achieving food sovereignty and independence in indigenous
communities. The project was carried out through a collaborative methodology
with a qualitative approach and was developed in two communities located in the
municipality of Chicontepec, in the north of the state of Veracruz, where women
from the community were invited to participate in a food production project to
support local food. The project involved a training process and exchange of
experiences for the participants so that they could articulate the traditional
knowledge that they still possess with agroecological techniques from various
scientific fields. This article recognizes and analyzes challenges that were
identified in the implementation of an agroecological project aimed at
contributing to local food sovereignty. Two types of challenges were
identified: 1) environmental challenges and 2) sociocultural challenges. The
results of this research show the importance of strengthening agroecological
initiatives from a community perspective, recognizing the central role of women
in food production and management. Likewise, it is recognized that the
transition towards food sovereignty needs to overcome structural barriers that
hinder it. Finally, this research invites us to continue exploring strategies
to strengthen food autonomy, promoting dialogue between traditional and
scientific knowledge.
Keywords:
agroecological transition; indigenous women;
collaborative research.
Introducción
La transición agroecológica –entendida
como el proceso de transformación en la práctica de los sistemas agrícolas
convencionales, heredados de la llamada revolución verde– hacia prácticas
sostenibles, inclusivas y más amables con el medio ambiente (Venegas et al., 2018), representa un complejo
desafío para grupos rurales e indígenas, especialmente para las mujeres, ya que
son ellas quienes cumplen un papel crucial en la alimentación familiar.
El caso que aquí se presenta se
desarrolló en dos comunidades nahuas de la Huasteca Veracruzana, las cuales se
caracterizan por contar con una abundante diversidad biocultural y por la
riqueza de los conocimientos tradicionales y locales sobre el entorno natural y
los ciclos de la producción de alimentos. Sin embargo, la llamada agricultura moderna o convencional ha impuesto un modelo agresivo con el suelo, el agua,
la biodiversidad y las personas: impacta negativamente en los ecosistemas y ha
favorecido la erosión de los saberes que poseen los nahuas al respecto.
Ante este contexto lleno de adversidades,
en el marco de una investigación colaborativa se impulsó un proyecto educativo
con mujeres nahuas de las localidades de Alaxtitla Postectitla y Alaxtitla
Ixcacuatitla, pertenecientes al municipio de Chicontepec, Veracruz. Dicho
proceso se orientó a articular conocimientos tradicionales y agroecológicos
desde una perspectiva ecofeminista para comprender las posibles causas de la
crisis alimentaria y ambiental, y contribuir a mitigar sus impactos a nivel
local. En él se tomaron en cuenta aspectos e intereses de las mujeres como el
acceso a una alimentación saludable y variada para sus familias; la creación de
espacios para generar diálogo, intercambio y aprendizaje colectivo; la
recuperación de saberes locales y ancestrales sobre la producción, la transformación
de alimentos y plantas medicinales; la preocupación por la salud familiar y del
cuidado del entorno natural, así como la intención de fortalecer su economía a
través de la producción agroecológica. Todo lo anterior, orientó un proceso educativo
con la intención de transitar hacia la agroecología y promover la soberanía
alimentaria y la justicia social en estas poblaciones.
El trabajo se desarrolló a través
de una investigación colaborativa (Guba y Lincoln, 1994), enmarcada en el
paradigma crítico-constructivista y participativo (Denzin y Lincoln, 2012). La
metodología tuvo dos componentes: 1) el educativo, en el que se realizó una
capacitación en temas relacionados con la agroecología, planeación y ejecución
de los proyectos agroecológicos y 2) el de investigación, en donde se
registraron datos relevantes para responder la siguiente pregunta desde una
perspectiva cualitativa: ¿Cómo impulsar y analizar un proceso educativo
comunitario protagonizado por mujeres indígenas nahuas como portadoras de
conocimientos y proveedoras de la alimentación familiar, que permita innovar
estrategias tradicionales y agroecológicas desde una perspectiva ecofeminista
para mitigar la crisis alimentaria y ambiental de las comunidades de Alaxtitla
Ixcacuatitla y Alaxtitla Postectitla?
1. Marco teórico
La agenda agroecológica en México y
el resto de Latinoamérica tiene la intención de responder a los desafíos ambientales
y sociales ocasionados por la agricultura convencional. Es así, que aspira a
cambiar modos de producción insostenibles por paradigmas alternativos que sean
empáticos con la naturaleza y las personas, que además estén basados en
sistemas de producción local (Altieri y Toledo, 2010). En dicha agenda, las
prácticas agroalimentarias ponen la noción del cuidado de la vida en el centro, no solo en relación a la
sostenibilidad, sino para alcanzar justicia social y defender la seguridad y
soberanía alimentaria (Altieri y Toledo, 2010).
De acuerdo con Altieri y Nicholls
(2007), una de las principales aspiraciones de la agenda agroecológica es
realizar un proceso de transformación a través de la disminución y eliminación
del uso de agroquímicos y pesticidas, y optar por tecnologías alternativas de
bajo impacto ambiental.
Así, para llevar a cabo esta
transición es importante adoptar y/o retomar procedimientos agrícolas
tradicionales sostenibles como las milpas diversificadas, la rotación de
cultivos y la preparación de insumos naturales, entre otros. Cabe señalar que
el movimiento agroecológico se debe, en gran parte, al interés de científicos
críticos de los modelos convencionales, gracias a su enfoque
transdisciplinario, incorpora y se nutre de diversos conocimientos
tradicionales agrícolas que poseen los pequeños productores, las comunidades y
las mujeres indígenas.
Esto significa que, en la agenda
agroecológica, es crucial reconocerlos, valorarlos y escuchar sus voces, en
especial la de las comunidades y mujeres indígenas, ya que tienen mucho para
aportar sobre este tema. Tomarlas en cuenta es determinante porque ellas tienen
la capacidad y experiencia para tomar decisiones respecto a su sistema
alimentario, definir qué alimentos desean y, sobre todo, tener el control de
las semillas. Por lo tanto, la seguridad y soberanía alimentaria como
aspiración de la agenda agroecológica (Altieri y Toledo, 2010) implica generar
y crear redes de colaboración entre comunidades, academia, asociaciones,
campesinos y campesinas que estén en la misma lucha para intercambiar
experiencias y conocimientos.
Sin embargo, la implementación y el
desarrollo de la agenda aún presenta diversas complejidades y dificultades, ya
que se identifica una gran resistencia hacia la transición, así como retos
significativos de carácter sociocultural que aquí se tratan, entre ellos, la
perspectiva de género.
En la agroecología esa constituye
una oportunidad para mejorar la vida tanto de hombres como de mujeres al
reconocer lo que saben, sus roles, y la igualdad de oportunidades respecto a la
producción de alimentos y su acceso a ellos. Las mujeres, especialmente
aquellas que se encuentran en las comunidades rurales e indígenas, juegan ahí
un papel central (La Vía Campesina, 2015): aportan conocimientos y prácticas de
cuidado sostenibles en la producción de alimentos, además, el suministro de
estos y los cuidados del hogar han quedado bajo su responsabilidad.
Esta situación las hace acreedoras
a múltiples saberes relacionados con plantas comestibles y medicinales, por lo
que su papel en la transición agroecológica contribuye significativamente a la
seguridad alimentaria de diversas maneras (FAO, 2024). Asimismo, estas mujeres
“poseen mucho conocimiento local de gran importancia para la subsistencia y
para la conservación ambiental” (Zuluaga et
al., 2018, p. 38). Mies y Shiva (1998) las denominan guardianas de las semillas, debido a que se encargan de la
preservación, almacenamiento y conservación de las semillas –las identifican y
separan de acuerdo con sus cualidades– (Argawal, 1998). Desde la agroecología,
las mujeres encuentran una oportunidad para atender la salud alimentaria de su
familia, contribuir a la economía y proteger sus territorios (Calderón y
Santiz, 2022).
No obstante, aunque las mujeres
indígenas tienen aportaciones para la agroecología, se enfrentan a diversas
dificultades en el contexto del sur global; su participación en la toma de
decisiones suele estar limitada debido a las estructuras patriarcales y a la
falta de reconocimiento de sus saberes tradicionales. La desigualdad de género
persiste y hay una gran brecha entre hombres y mujeres. Siliprandi (2010)
señala que, a pesar de que ellas colaboran en procesos agroecológicos y los
impulsan permanecen invisibilizadas, no se valora ni reconoce su trabajo.
Desde una agroecología situada se
puede acompañar la resistencia necesaria para lograr una seguridad y soberanía
alimentaria, apreciar el papel de las mujeres, promover su participación en la
toma de decisiones y establecer un diálogo de saberes entre tradición y
ciencia, para innovar en aspectos relacionados a la producción y consumo de
alimentos.
2. Metodología
El trabajo se desarrolló a través
de una investigación colaborativa (Guba y Lincoln, 1994), cualitativa (Denzin y
Lincoln, 2005), enmarcada en el paradigma crítico-constructivista y
participativo (Denzin y Lincoln, 2012) e inspirada en metodologías indígenas,
críticas y colaborativas que aspiran a la justicia social (Denzin y Lincoln
2012; Smith, 2016; Bishop, 2012).
La investigación tradicional busca
investigar, comprender, representar al otro
(Bishop, 2012) y construir conocimiento de manera objetiva y universal manteniendo
una cierta distancia. A diferencia esta, la investigación colaborativa
reconoce, respeta y valora los saberes tradicionales locales e indígenas que,
históricamente, han permanecido desde los márgenes. Además, establece una
relación de igualdad entre la comunidad y la persona que guía el estudio para
propiciar espacios de diálogo, reciprocidad, intercambio de experiencias,
análisis y reflexión colectiva. La intención es co-construir conocimientos
situados que beneficien a la comunidad y generen procesos de transformación
social. Aquí se considera que la investigación colaborativa y la agenda
agroecológica coinciden en el compromiso de lucha por la justicia social, la
equidad y la generación de un conocimiento situado y transformador.
Este trabajo que se presenta emerge
desde la preocupación de las mujeres nahuas que colaboraron, en él se investigó
desde adentro (Bishop, 2012), puesto que una de las autoras de este artículo
comparte la misma inquietud y los desafíos cotidianos que viven las mujeres
indígenas, porque se auto reconoce como una de ellas y es originaria de una de
las comunidades en donde se desarrolló el proyecto. Esta posición
epistemológica, y la cercanía ontológica de una de las autoras propició un
mayor interés en realizar un trabajo pertinente –culturalmente hablando–,
relevante y dialógico. También se borra la dicotomía investigador-informante y
se crea un “nosotros/nosotras” bajo condiciones de igualdad, sin jerarquía en
la investigación y con un compromiso común.
Para llevar a cabo la investigación
se convocó a las mujeres de la comunidad de Alaxtitla Ixcacuatitla a una
asamblea comunitaria para abordar asuntos sobre la producción de alimentos, e
invitarlas a formar parte de un proceso educativo comunitario sobre
agroecología, desde el que se potenciaría la producción de alimentos y
contribuiría a mejorar sus condiciones de vida. Posterior a ello, se conformó
un grupo de trece mujeres, en su mayoría madres de familia jóvenes y, una que
otra, de la tercera edad. Después, las mujeres de Alaxtitla Postectitla, una
comunidad vecina, se enteraron y mostraron interés para organizar otro grupo de
trabajo con nueve integrantes. La mayoría de las que participaron en ambos
grupos son bilingües en náhuatl y español; algunas pueden leer y escribir en
español, mientras que el resto solo se comunica en náhuatl, pero no lo saben
leer ni escribir. Debido a esta situación, en todo el proceso se utilizó el
idioma náhuatl para asegurar una misma sintonía lingüístico-cultural y para
contribuir también en el fortalecimiento de la lengua materna.
Se realizó un proceso formativo agroecológico
en cada comunidad: en los grupos se propiciaron momentos de discusión, análisis
y reflexión colectiva; de manera individual, cada una de las mujeres llevó a la
práctica proyectos agroecológicos desde sus propios espacios familiares de
producción (milpas, solares y huertos de traspatio). El proceso formativo
agroecológico tuvo dos componentes: 1) el educativo (capacitación en temas
relacionados con la agroecología, discusión de las estrategias de planeación y
ejecución de los proyectos agroecológicos), y 2) el de investigación, en donde se
registró la información relevante para responder a las preguntas planteadas
(métodos utilizados y estrategias de registro de los datos). Esto se explica a continuación,
aunque cabe mencionar que, si bien hubo resultados materiales en la ejecución
de los proyectos agroecológicos individuales, lo que se presenta en este
artículo surge del registro de los datos realizado con el segundo componente.
2.1 Componente
educativo
El proceso formativo agroecológico
se basó en los aportes teórico-metodológicos de la educación popular
comunitaria y los del diálogo (Freire, 1994), para construir conocimiento
colectivo, desde la reflexión y la acción, y desde lo cotidiano, lo político y
lo participativo, para transformar la realidad. En este momento de la
colaboración se intentó identificar estrategias tradicionales sostenibles de
producción de alimentos y articularlas con las agroecológicas con perspectiva
ecofeminista para contribuir a mitigar las preocupaciones relacionadas con las
crisis alimentaria y ambiental que se observan en las comunidades de donde son
originarias las participantes.
La organización del proceso
educativo fue colaborativa entre las participantes y una de las autoras de este
artículo (quien realizó principalmente el trabajo de campo). Se tomaron
decisiones y acuerdos de manera consensuada se definieron intereses, objetivos,
espacios, tiempos y forma de trabajo. Dichos encuentros iniciaron en 2022 y
parte del 2024; los primeros se realizaron cada cuatro meses, ya que tomó
tiempo organizar una agenda común consensuada para iniciar las actividades; a
mediados del 2023, y en lo sucesivo, se realizaron cada tres meses. Dependiendo
del tema abordado, se trabajaba un día o dos en cada sesión y cada una tomaba
de dos a cuatro horas de trabajo teórico y práctico.
Las mujeres denominaron en idioma
náhuatl a los encuentros educativos como tomasewaltlamachtiloyan, que
significa “lugar donde se crean nuestros aprendizajes nahuas”. El concepto
refleja un enfoque holístico y comprende principios éticos sobre cómo las
personas se cuidan, se relacionan entre sí, y cómo interactúan y protegen el
entorno natural; es un término donde se incorpora la espiritualidad y la
cosmovisión nahua. También, esta perspectiva considera los diferentes espacios
de producción como solares, milpas, huertos de traspatio y aquellos lugares
donde las mujeres obtienen alimentos silvestres, y son espacios educativos.
La estrategia de trabajo en el
proceso educativo se adaptó a las necesidades, experiencias y cosmovisión de
las mujeres nahuas; como métodos pedagógicos se utilizaron: Historias ecobiográficas, Campesina a campesina y Experiencias agroecológicas. En el
primero se entiende por “historias” lo que las personas cuentan (Jickling,
2005) y por “ecobiografía” el concepto propuesto desde el ecofeminismo (Fernández,
2021), para referirse a las experiencias de las mujeres, a las injusticias que
enfrentan ante las problemáticas socioambientales, y a cómo colectivamente
trascienden esas trayectorias biográficas. En el tomasewaltlamachtiloyan,
las mujeres compartieron relatos, desafíos sobre experiencias cotidianas y sus
soluciones a los problemas relacionados con la producción y consumo de
alimentos.
El segundo método, Campesina a
campesina –propuesto por la Vía Campesina (2015)– trata de una experiencia de
aprendizaje colaborativo. Con este, las mujeres intercambiaron conocimientos y
saberes locales sobre prácticas agrícolas, así como experiencias exitosas y no
exitosas que han tenido, con la intención de aprender entre todas. El último
método consistió en aprovechar la experiencia del proyecto agroecológico que
cada mujer inició en sus espacios familiares, donde los conocimientos
adquiridos fueron puestos en práctica.
Cada uno de los encuentros se
dividió en tres momentos: 1) discusión y reflexión sobre temas relacionados con
la agricultura y la alimentación a partir de preguntas generadoras; 2) talleres
sobre temas relacionados con la agroecología como la preparación de insumos
naturales, abonos orgánicos, manejo de cultivos y conservación de semilla[1],
y 3) intercambio de semillas locales que las mujeres poseen e intercambio de
semillas externas para ampliar su variedad, adaptándolas a las condiciones
climáticas de la región. En todo momento se valoraron los conocimientos
tradicionales y locales que las mujeres poseen.
2.2 Componente
de investigación
Aquí se utilizaron métodos
culturalmente sensibles y respetuosos con la comunidad y las personas
involucradas en este trabajo. Como método indígena (Denzin et al., 2008) se recurrió a la conversación-entrevista (Martínez,
2021), para una interacción más natural y significativa con las participantes.
Antes de comenzar el proceso educativo, se entabló una conversación-entrevista
con algunos hombres y mujeres de ambas comunidades para explorar cómo perciben
la crisis alimentaria y para documentar saberes y prácticas de cuidado
tradicionales que conocen. La información obtenida se expuso con las mujeres
durante los encuentros, al finalizar el proceso formativo se utilizó este
método para conversar con las mujeres que participaron.
Los grupos focales dialógicos
propuestos por Kamberelis y Dimitriadis (2015) fueron esenciales para discutir
temas orientados a las posibilidades de transformación y a la justicia social.
Este método permitió hacer un trabajo colaborativo y dialógico, y construir
conocimientos en colectivo, lo cual resultó útil para abordar temas complejos
relacionados con la producción de alimentos, el uso de agroquímicos y la erosión
del suelo. Para facilitar la discusión profunda de los temas de interés, se
organizaron pequeños grupos para dialogar, intercambiar saberes, compartir
experiencias y reflexiones.
La observación participante o
naturalista, propuesta por Angrosino (2015), fue central para no triangular la
información. De acuerdo con el autor, en una investigación colaborativa el
investigador debe involucrarse de manera activa en las dinámicas de la
comunidad y con las personas, para tener una visión más profunda y completa
sobre aquello que observa y registra, en lugar de mantener distancia, como es
común en la etnografía tradicional. En lo que respecta a este método, se
visitaron varios espacios de producción agroecológica que las mujeres iniciaron
durante el proceso formativo, estas visitas fueron individuales, en ellas, se
compartieron experiencias de manera directa y sobre la práctica. Mientras se
conversaban temas relacionados con la agricultura o a la producción de
alimentos, se trabajaba la tierra ya sea sembrando, cosechando o aplicando aprendizajes
obtenidos en el espacio colectivo. El registro de lo observado tanto en
visitas, talleres, proceso formativo, conversaciones informales y, en general,
en la comunidad, también fue muy relevante porque dieron pistas para seguir las
prácticas y para comprender la situación sobre la producción y acceso a
alimentos de una manera más holística y situada.
El análisis de los datos se realizó
a partir del modelo analítico de Willig (2014) (emphatic interpretation)
desde el que se plantea la interpretación de los significados presentes en el
material empírico, con el sistema de codificación propuesto por la Teoría
Fundamentada Constructivista de Thornberg y Charmaz (2014). La interpretación
enfática se enfoca en las características y cualidades de los datos para
identificar conexiones, patrones y relaciones con la finalidad de develar
situaciones y entender con mayor claridad aspectos complejos (Willig, 2014).
En el siguiente apartado se
presentan los resultados de la investigación. Para fortalecerlo se incluyen
testimonios de las personas con las que se colaboró en el marco del proyecto, y
conversaciones registradas en los grupos de discusión. Estos han sido
anonimizados conforme a principios éticos del uso de información sensible. Los
testimonios se registraron en el idioma náhuatl, pero se tradujeron para poder
presentarlos en el artículo.
3. Resultados
A partir de los datos recabados en
el componente 2 y del análisis posterior, se identificó una serie de retos
ambientales y socioculturales que tienen profundas implicaciones en el logro de
la agenda agroecológica en contextos indígenas. A continuación, se desarrollan
los resultados de este análisis.
3.1.
Retos ambientales
La dieta alimentaria de las
comunidades de Alaxtitla Ixcacuatitla y Alaxtitla Postectitla se basa en el
sistema milpa, en los huertos de traspatio y en la recolección de alimentos
silvestres, sin embargo, hoy en día, la producción y el acceso a alimentos se
ve afectada por diversos factores ambientales que se acentúan debido a los
efectos del cambio climático. Este fenómeno global ha causado alteraciones en
los ciclos siembra y cosecha de toda la región. Las sequías han sido frecuentes
y prolongadas, lo que provoca graves afectaciones en la agricultura de temporal
y representan gran preocupación para las mujeres, ya
que ellas se encargan de la alimentación, de la gestión y administración del
agua en el hogar. Las pocas posibilidades para realizar la siembra y la falta
de alimentos conllevan a la inseguridad alimentaria. Aunque algunas familias no
dependen directamente de la milpa porque no realizan esta actividad, la sequía
también les afecta porque consumen alimentos que se producen localmente.
–
María:
A
veces, nos quedamos sin agua, sin maíz, sin frijol, escasean mucho los
alimentos. Entonces caemos en una desesperación. No hay trabajo, no hay dinero,
¿qué se hace? ¿Cómo le podemos hacer? Nosotros no tenemos milpa y conseguimos
algunos productos con la gente que sí hace milpa. Pero cuando escasean los
alimentos le sufrimos porque aquí no conseguimos maíz ni frijol
(recogido en 2022).
Otro factor que está generando
diversos desafíos relacionados con la transición agroecológica en las
comunidades, es el uso excesivo de agroquímicos y fertilizantes. Desde hace
algunas décadas, en el marco de la llamada revolución verde, llegaron insumos
externos a la comunidad con la promesa de mejorar y aumentar la producción de
alimentos. Al principio, se dieron cuenta que les facilitaba el trabajo, les
ahorraba tiempo y la milpa se beneficiaba porque las matas y mazorcas de maíz
crecían más grandes y más rápido, sin complicaciones y sin problemas de plaga.
Los resultados parecían favorables. Al ver el supuesto éxito de los campesinos
que habían incorporado estas nuevas prácticas agrícolas se extendió su uso en
las comunidades.
–
Ignacio:
Vimos
que los agroquímicos nos facilitaban el trabajo, entonces empezamos a
adquirirlos. Para una hectárea de milpa se contratan unos peones y con el uso
de químicos, nos lleva un día de trabajo o menos. Pero ¿qué hay ahora? la milpa
está vacía, solo hay matas de maíz. Ya no se puede dar todo lo demás que antes
había (recogido en
2022).
Las consecuencias generadas por los
agroquímicos se observan también en la disminución de alimentos silvestres
locales. La alimentación nahua se basa principalmente en el sistema milpa, pero
las familias han complementado su dieta con lo que obtienen de los montes,
potreros, caminos y cerros, estos alimentos incluyen animales, flores, frutos y
plantas silvestres. Sin embargo, hoy en día hay una pérdida significativa en
estos mismos:
–
Manuela:
Hace
muchos años había muchos hongos. Cuando era temporada de lluvias, salían muchos
hongos, y uno ya sabía. Por eso, cuando iba a la milpa o al potrero me llevaba
una canasta y la llenaba de hongos, comíamos muy bien. Pero ahora, ¡ya no hay
hongos! Yo creo que es por los químicos que se usan. Aunque, solo lo usan en
las milpas, yo pienso que ese olor y esa contaminación llega a todo lo que se
encuentre cerca. Pienso que tienen que ver mucho los químicos (recogido en 2023).
En estas reflexiones se nota cómo tanto
hombres y mujeres reconocen los efectos negativos del uso de agroquímicos en el
entorno natural.
3.2
Retos socioculturales
Tanto los efectos del cambio
climático como la modernización agrícola están transformando –y no precisamente
para mejorar– las prácticas agrícolas ancestrales, porque están siendo
desplazadas y, con ello, los saberes tradicionales se han ido perdiendo o
dejado de transmitir, a partir de diferentes factores que se describen a
continuación.
3.2.1 Erosión de los sistemas de conocimiento
tradicional
El cambio climático no solo tiene
impactos negativos en la agricultura local, sino que repercute
significativamente en los conocimientos tradicionales. La producción de
alimentos de las comunidades nahuas se basa en el calendario agrícola y en saberes
locales que se han transmitido de generación en generación. Sin embargo, en los
últimos años la sequía ha estado retrasando esta actividad, lo que está
generando desconfianza en ese tipo de información.
La incorporación de agroquímicos y
fertilizantes en la producción de alimentos, ha provocado un desplazamiento de
diversas prácticas agrícolas tradicionales que contribuyen a la preservación de
la vida y a la sostenibilidad de la naturaleza. Por ejemplo, la roza, tumba y
quema son métodos agrícolas ancestrales que, si bien también pueden analizarse,
están cayendo en desuso, pero son más sostenibles que las prácticas agrícolas
convencionales, ya que estas dependen del uso de agroquímicos:
–
Reyna
[…]
antes, todos trabajaban manualmente con huingaro, azadón y machete. En aquellos
tiempos, el trabajo era más tardado. A veces, limpiaban la milpa, quemaban y
hasta barrían los señores. Ahora ya no. Ahora, los hombres van a la milpa a
aplicar los químicos como a las seis o siete de la mañana, y a la una o dos de
la tarde ya están de regreso
(recogido en 2022).
Estas palabras reflejan que la
transmisión de conocimientos tradicionales se está perdiendo porque ya no se
practican. Así, aunque la modernización de la agricultura está logrando
reemplazar las prácticas agrícolas en las comunidades nahua, estas se mantienen
en resistencia. Se ha podido constatar que las poblaciones en las que se ha colaborado,
luchan por el cuidado de las semillas nativas y no han permitido la
introducción masiva de las semillas transgénicas porque están conscientes de
las consecuencias que se podrían suscitar.
3.2.2 Factores económicos
El uso de los agroquímicos es una
práctica que ha ido en aumento, provocando en la mayoría de los campesinos
nahuas una dependencia económicamente insostenible. Aunque son conscientes que
estos insumos no son benéficos para el entorno natural ni para la salud, consideran
necesario usarlos para obtener una buena cosecha de maíz de una temporada. Los
campesinos destinan gran parte de su economía en la compra de agroquímicos y,
en algunos casos, se contratan peones para aplicar fertilizantes y pesticidas
en los cultivos.
Por otro lado, debido a la escasez,
las familias se ven obligadas a comprar los productos alimenticios que llegan a
venderse a las comunidades. Su mayor preocupación es la adquisición del maíz,
frijol, chile y café, entre otros productos básicos, que durante la temporada
de sequía aumentan los precios. Esto implica una disminución en la cantidad de
alimentos que llegan a los hogares dado que, por la falta de recursos
económicos, no se logra adquirir lo suficiente para consumir una dieta
equilibrada.
–
Carmen:
En
la milpa no hay nada, no hay maíz, no hay frijol. Todo hay que comprar. El cuartillo
de maíz está a $70, un rollito de frijoles está a $120, el piloncillo a $50,
todo está bien caro. Pero ni modo, tenemos hambre y hay que comprar, aunque sea
maíz para las tortillas y para alimentar a los puercos y gallinas (recogido en 2023).
Asimismo, la mayoría de los
alimentos que se venden en las comunidades no son productos locales y en la escasez
de alimentos, ellas dependen del maíz comercial, pero no es de buena calidad.
3.2.3 Migración
Una situación que se vive constantemente
en las comunidades nahuas es el fenómeno de la migración. Tanto adultos como la
mayoría de los jóvenes deciden mudarse a zonas urbanas a causa de varias
dificultades que se enfrentan en la comunidad, tales como efectos del cambio
climático, falta de oportunidades de empleo, acceso limitado a la salud y a la
educación. Esta situación está generando impactos culturales, sociales y
lingüísticos. En lo que se refiere a la producción de alimentos, constituye una
amenaza en la transmisión intergeneracional de conocimientos y prácticas
agrícolas locales, medicina tradicional y en el manejo de la biodiversidad.
–
María:
Tengo
dos hijos, ellos se fueron muy chicos de la comunidad porque se fueron a
estudiar […], ellos aprendieron desde pequeños a trabajar en la milpa,
aprendieron todo, desde el barbecho, quema, siembra, cosecha, y ofrendar el
maíz. Ellos, aprendieron a trabajar manualmente, como se trabajaba antes. Ahora
ellos […] viven en Monterrey, ya tienen sus hijos […] la vida de mis nietos es
muy diferente a la de sus papás, ellos no saben trabajar en la milpa porque
allá donde viven es ciudad y no hay espacio para sembrar (recogido en 2024).
Aunque la mayoría de las personas
que migran regresan a las comunidades para visitar a los familiares, ya no se
involucran en todas las actividades comunitarias ni en las dinámicas de trabajo
asociadas con la producción de alimentos.
3.2.4 Cambios en las prácticas de alimentación
En el pasado, la dieta tradicional
en las familias nahuas era básicamente de alimentos que se obtenían en las
milpas, la recolección de frutos y plantas comestibles silvestres, de la cría
de animales, y de alimentos producidos en los solares y huertos familiares.
Actualmente, existe una transformación en las prácticas alimentarias. La
migración temporal y permanente también ha influido en la introducción de
alimentos externos que, poco a poco, se han ido adoptando en la dieta familiar.
También porque la llamada modernización ha llegado a las comunidades con
alimentos ultraprocesados y que, con la ayuda de diferentes medios de
comunicación como la radio y televisión, motivan a que las personas incluyan este
tipo de productos. Lo mismo pasa con las bebidas industrializadas como los
refrescos, que han sustituido bebidas tradicionales como el axokotl que
se preparaba a base de agua, maíz fermentado y piloncillo. Esta bebida era
refrescante y natural, se les daba de beber a los campesinos durante la
temporada de siembra. Ahora prefieren consumir refrescos porque son más
accesibles y, además, varios eligen el sabor de estas bebidas. La falta de
preparación de bebidas tradicionales implica también una pérdida de
conocimientos.
No obstante, la mayoría de las
personas están conscientes de que los alimentos y las bebidas ultra procesados
no son benéficos para la salud:
–
Marcela:
Antes
ni el aceite se conocía aquí, usábamos manteca, no había ni arroz, ni sopa, ni
yogurt, nada. Ahorita no, ahora, vas a una tienda […] y ves sabritas,
salchichas, maruchan, tacos, refrescos. Poco a poco llegan más cosas y por eso,
es que también, hay más enfermedades ¿Por qué? Porque lo que comemos no es sano
y los niños van aprendiendo a comer esas cosas […]. Antes, las personas vivían
más años, mi abuela vivió hasta los 105 años, comía lo que producía, consumía
poca carne y cuando lo comían era de sus propios animales (recogido en 2022).
Todas las personas expresaron la
necesidad de consumir alimentos sanos y nutritivos para el bienestar personal y
familiar, debido a que actualmente existen muchos casos de diabetes,
hipertensión y otras enfermedades que antes no eran frecuentes en la población.
3.2.5 Machismo
Otro reto que se identificó en la
transición agroecológica y del que poco se habla, es el machismo presente en
las comunidades. Durante la conformación de los grupos, algunas mujeres
mencionaron que, a pesar de ser un tema de interés para la mayoría, la poca
participación de estas en actividades colectivas se debe a que algunos hombres
no permiten que sus esposas asistan a los proyectos comunitarios. Esta
situación fue explicada en el testimonio de una mujer que ha sufrido violencia
familiar de manera directa, señalando el control y poder que ejercía su pareja
sobre ella. Esta persona comentó que tenía interés en este proceso educativo,
sin embargo, esto no fue posible debido a las restricciones y prohibiciones impuestas.
Esta situación es un gran desafío para las mujeres porque por temor no pueden
trabajar en lo que les interesa o necesitan.
Lo anterior implica desmotivación
para participar plenamente en trabajos comunitarios y actividades de interés,
como la transición agroecológica. La ausencia de las mujeres en estos conlleva
que los conocimientos, los saberes y las habilidades que poseen sigan
invisibilizados al no poder compartir su experiencia y no ser escuchadas cuando
tienen que aportar.
Las mujeres nahuas suelen
participar en proyectos comunitarios, sin embargo, los hombres son quienes
toman las decisiones más importantes. En el proceso formativo que aquí se
reporta se identificaron algunas situaciones relevantes. Por un lado, las
mujeres que participaron en este proceso tenían el apoyo de sus parejas, ya que
“les permitían” asistir a los encuentros. Cabe señalar que algunos hombres son cada
vez más conscientes de la importancia de que ellas participen en proyectos
comunitarios:
–
Paulina:
Él
no se enoja que vaya a las reuniones, no me dice nada. Al contrario, cuando
llega el día, me anda recordando “mañana tienes reunión” o “ya tienes que ir a
la reunión, se te hace tarde”
(recogido en 2024).
Por otro lado, para algunas mujeres
esto significaba un apoyo y a la vez, una barrera, pues en los encuentros se
acordó iniciar proyectos agroecológicos en sus propios espacios de producción.
Esto exigía que no se utilizaran insumos tóxicos, lo que fue un gran reto para
varias mujeres porque algunos hombres han mostrado una resistencia a perder
control y decisión en dichos espacios. De hecho, ellos siguen utilizando
agroquímicos. De nueva cuenta, se pudo notar que las mujeres se ven
subordinadas al no poder tomar decisiones respecto a la producción de alimentos.
4. Discusión
Ante los retos identificados, se
presentan, a manera de discusión, algunos de los hallazgos relevantes de esta
investigación para una transición agroecológica que tome en cuenta aspectos
estructurales y culturales locales y que se adapten a las necesidades de las
comunidades indígenas, específicamente, a aquellas que están señalando las
mujeres nahuas.
Abrir espacios formativos basados
en la educación popular sobre la agroecología desde enfoques ecofeministas e
indígenas permite comprender, con mayor detalle, la complejidad y los retos de
la transición ecológica en los contextos mencionados.
La experiencia llevada a cabo
indica, como lo mencionan Altieri y Toledo (2010), que la soberanía alimentaria
incluye en su agenda la búsqueda de la justicia social y, en el caso que aquí
se presenta, se reconoce que una educación holística es necesaria para que las
mujeres sigan desarrollando la conciencia crítica sobre sus condiciones de
vida, en torno a las relaciones de poder a las que son sometidas y acerca de la
relación que existe entre las personas mismas y la conexión con la naturaleza
en la transición ecológica. Aquí es importante reconocer la contribución que
puede tener la educación en este proyecto de resistencia en donde las mujeres
juegan un papel central (La Vía Campesina, 2015).
Se considera, en concordancia con
Altieri y Nicholls (2007), que si bien la agenda agroecológica busca propiciar
cambios en las prácticas agrícolas a través de la reducción del uso de
agroquímicos, los espacios de aprendizaje como el desarrollado no solo
contribuyen a promover la soberanía alimentaria sino a revalorar la dieta
tradicional nahua a través del uso de alimentos silvestres en donde es
importante la participación de las generaciones más jóvenes para que puedan
reconectar y generar aprendizajes sobre la dieta tradicional, lo cual fortalece
la identidad cultural nahua.
La experiencia de trabajo con las
mujeres indica que es significativo propiciar espacios donde no solo puedan
asistir las mujeres que participan en el proyecto, sino que puedan hacerlo los
niños, las niñas y las juventudes para establecer un diálogo intergeneracional.
Se constata en esta investigación, en contraste con lo mencionado por Zuluaga et al. (2018), Mies y Shiva (1998)
Argawal (1998) y Calderón y Santíz (2022), que las mujeres, especialmente las
de mayor edad, tienen muchos saberes sobre prácticas de cuidado relacionadas
con la producción y transformación de alimentos que pueden compartir con las
generaciones más jóvenes, lo que permite fortalecer los conocimientos
tradicionales que han sido erosionados por la modernización agrícola y que las
mujeres indígenas pueden brindar con aportaciones a la transición ecológica.
No obstante, se coincide con lo
expresado por Siliprandi (2010): a pesar de sus reconocidos y potenciales aportes
a la transición agroecológica, estos siguen invisibilizadas debido a
estructuras patriarcales que persisten en las comunidades rurales e indígenas. Es
por ello que se considera necesario abordar urgentemente temas más sensibles e
imprescindibles en la agroecología con perspectiva de género, es decir, cómo
las prácticas machistas obstaculizan la transición agroecológica y cómo se
pueden superar estos desafíos que muchas veces, impiden que se realice la
transición agroecológica.
Conclusiones
La investigación muestra que las
mujeres nahuas enfrentan diversos retos ambientales y socioculturales muy
complejos para la transición agroecológica que se agravan con los efectos del
cambio climático y con la erosión de conocimientos tradicionales. Con los
hallazgos encontrados, sobre todo, en lo que se refiere a los retos
socioculturales se identifica que para lograr dicha transición se deben tomar
en cuenta los procesos ecológicos, es decir, la dimensión técnica de la
agroecología y, además, reconocer que los retos son complejos y están
interconectados. El hallazgo más relevante para la discusión en temas
agroecológicos son las limitantes que ejerce el machismo imperante en muchas
comunidades.
Se considera que los procesos
educativos situados pueden ser claves en el contexto de la transición
agroecológica. Investigar colaborativamente en lengua náhuatl permite abordar situaciones
desde la propia cosmovisión ya que genera un ambiente de confianza y seguridad
para que las mujeres compartan sus experiencias, conocimientos y pensamientos,
los cuales no tienen siempre una traducción al español y solo adquiere sentido
entre la comunidad nahua. Se considera que esta experiencia es un trabajo que
apenas comienza, como una semilla que puede germinar y dar buenos frutos en el
futuro.
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[1] Dichos talleres se adaptaron al
contexto y a las necesidades de las mujeres y sus familias. Algunos temas y
diversas reflexiones expuestos en el primer momento incitaron interés en las
mujeres para realizar otras actividades como la elaboración de jabones y
pomadas a base de plantas medicinales.